18 de julio de 2005

Grecia!!!

Siiiiiiiiiiiiiiiiii...!!! Me voy a Grecia! Oeee, oe oe oeeee, que ilusión y que ganas tan grandes. Y si, son las cuatro menos diez de la mañana, y lejos de estar revisando el contenido de la mochila que probablemente me arrepienta pronto de llenar tanto, estoy aquí tecleando para que si alguno de vosotros, ansiosos por devorar alguno de mis post, es decepcionado por el poco movimiento que probablemente tenga el sitio, se acurruque en la excusa de que me voy a pasar 16 días lejos de cualquier ordenador, a combatir la naturaleza griega (y a sus mosquitos, que miedo me dan), para comprender que no voy a poder poner nada en dicho periodo.

Pero bueno, eso tampoco es importante. Lo importante es que me voy a desconectar de todo lo feo, y a traer la cabeza y el alma bien limpitos y llenos de lo bueno. El cuerpo, me temo que no correrá la misma suerte, espero que me llegue el desodorante.

Bueno gente, es momento de irme yendo. Un abrazo a todos, ya subiré alguna fotito!!!

Pasad buen verano, ya os marchéis o quedéis, disfrutad de él todo lo que podáis!

14 de julio de 2005

El bar de Moe

El otro día tuvo lugar una reunión pre-griega en casa de Chalo. Tras debatir pseudo-arduamente diferentes asuntos relacionados con la relación y orden de islas a visitar, puntos y modos de pernoctar, y maneras de llegar a los destinos, decidimos que ya estaba bien de condicionar con barreras mentales artificiales nuestro itinerario por el archipiélago, o en otras palabras, que estábamos cansados de pensar. Así que abogamos por el momento dejar nuestro itinerario y modus vivendi en manos del libre albedrío y del Dios de las pequeñas cosas, que también puede encontrar su traducción en que decidimos irnos por ahí a celebrar el cumpleaños de Rodrigo y dejar las cosas como estaban.

Mira que he vivido años en Padre Damián, ¿eh?. Concretamente 3. Pues no se me había ocurrido nunca antes salir por la zona, siempre había colgado etiquetitas de "Para viejos", "Pretencioso", "Aburrido", "Pufff... disco chunga", "Súper caro", "Qué pijín"... etc a los locales que por allí puede uno encontrarse. Afortunadamente mis prejuicios no estaban del todo fundados, algo que pudimos comprobar cuando pusimos un pie dentro del bar de Moe.

El bar de Moe es un local situado en Alberto Alcocer, hace esquina con la siguiente paralela a Padre Damián viniendo de la castellana, y está situado burlonamente cerca de mi anterior casa. Es un bar moderno, podría llevar colgada media etiqueta de "Pijín", pero no era esa la impresión que a uno le da cuando entra. Es la que le da cuando le cobran 4 euros por una cerveza. Está bien, es de importación, pero son 4 euros.

El truco. El bar de Moe no hubiera ofrecido por si solo, ni con la ayuda de su mesa de billar, su fantástico aire acondicionado y sus luces de neón rosas y azules, aliciente suficiente como para emplear en él más tiempo del que nos hubiera llevado acabar con nuestras Coronitas, Murphys, o Schweppes de limón (ay... Chalo, lo que te estás perdiendo) correspondientes. Pero no, aquel local se reservó una mano de poker entera en la manga. Aquella mano ganadora estaba compuesta por un bajo, una guitarra, una batería, una armónica, y voz.

Blues. Ese género músical nacido en Misissipi en los años 20 y 30, que servía de ahogado escape a los esclavos negros que recogían algodon y sufrían las penurias implícitas de la esclavitud y una sociedad inculta, cerrada y agria. Bien, en el bar de Moe, esa noche había un concierto gratis de blues, seguido de una "Jam Session". Para quien no lo sepa y me lea, atributos bastante poco compatibles (porque seguramente no me lee ni el tato, no por otra cosa, pero tranquilos, que lo explico) una "Jam Session" es una actuación musical libre en la que participan músicos espontáneos/voluntarios improvisando sobre una base general, que suele quedar bastante resultona.

Lo que en un principio resultó ser un "vamos a verlas venir", se convirtió en un "dame más, dame más, dame más..." en el sentido musical de la palabra. Aquellos cabrones, primero en su concierto, y a lo largo de la jam después, se encargaron de llamar a todo pichi-pata al escenario (gente rara y loca entre ellos, por supuesto), para intentar, entre todos, convencerme de que no tenía sentido intentar seguir tocando la guitarra. Ni la armónica. Pero esque ni cantando, joder, qué nivel tenía la peña en aquel bar. Hasta el que se encargaba de vaciar los ceniceros tocaba de puta madre. Pero jajaja, no lo consiguieron, soy más terco de lo que esperan... ¿no?

En fin, sea como fuere, y una vez hubo acabado el concierto, decidimos que sería buena idea echar una partidita de billar. O eso pensamos, porque lo que en un principio iba a ser una partidita (a 2 euros la puta partida ya podía ser partidaza), se convirtió en una serie de "Bueno, la revancha, ¿o qué?", que no tenía visos de terminar. Entonces apareció Cristian.

- Hey chavales... osea, que superpartida, ¿no? - Chalo y Miguel nos acababan de ganar la última partida, lo que convertía el encuentro en un empate técnico.
- ¿Eh? - pensando "Perdona, ¿es a nosotros?"
- Digo, que qué partidaza... Oyess, ¿no os importaría jugar contra éste y su amiga una partidita, no? Invito yo, no passa nada hombre, la noche tiene stas cosas ssabeis... Y a vosotros dos... os invito a una copa, que os he robao los amigos, ¡la hostia! - Se dirigía a Rodrigo y a mí.

Cristian era una mezcla de Torrente, Borjamari y Karlos Arguiñano, que por lo visto había salido aquella noche medio obligado, de la mano de su amigo. Que por otro lado se casaba dentro de 12 días (se tiene que haber casado ya, digo yo) y había conocido a esa chica esa misma noche.

- Jajaja, a ver si se la folla ya, joder, ¡la hostia!, que me tiene mareao... ¡Jajajaja!... paquí pallá toda la noche que si tonteo que si no... ¡Jajajaja!...

A todo esto, Rodrigo sujetaba su cubata y yo el mío, todo por supuesto a cuenta de nuestro benefactor, que resultó ser un abogado de Ya.com que trabajaba en la red albura, y ya que estaba, nos orientó profesionalmente entre trago y trago. Nos contó su vida.

- Allí en el norte está la cosa muy mal, joder, muy mal... Que no puedes salir a la calle con un polo de estos con la banderita, ¿sabes? Que te miran mal y la hostia, ¿sabes?. Mira, yo vivo en Neguri (para quien no lo sepa, como la moraleja de Bilbao) y te digo que es una mierda, te miran mal y te llaman por tener la banderita. Las tías, mas estrechas que la hostia, y aquello entre semana stá muerto... esto sin embargo es la hostia, ¿sabes?...

Y así siguió Cristian, contándonos sus aventuras mientras nos imaginábamos a Chalo y Miguel jugando al billar con la parejita al lado liándose, hasta que no hubo más de que hablar, se enteró de nuestra edad, y nos dejó ir. Para entonces ya no había ni rastro de nuestros amigos, nos habían abandonado como perros, y sin saber si el analgésico había sido la conversación alucinógena con Cristian o los cubatas en sí, nos dieron las cuatro y cuarto de la madrugada... Pensamos quedarnos por ahí a ver si había algo que hacer pero éramos los únicos en zapatillas allí, sólo terciaba ir planeando nuestra retirada. Además, la noche ya había dado bastante de sí.

No he podido volver al Bar de Moe, pero estoy bastante seguro de que lo haré, y desde aquí, pese a la posibilidad siempre a tener en cuenta de toparos con más Cristians (o derivados, tamblad) os animo sinceramente a que os deis un garbeo por ahí un martes o miércoles (martes blues, miércoles jazz) y me contéis que tal. Nos vemos

PD: Al principio pensé ser más sádico con el personaje de Cristian, pero lo que ha quedado en el recuerdo es la parte bonachona y tontorrona que no me apetece demasiado deformar. Sea como fuere... menudo elemento, ¿en manos de gente como ésa está nuestro futuro?